En el corazón de una antigua ciudad industrial de la era soviética húngara, esta impresionante plaza crea una atmósfera intimidatoria y sobrecogedora con sus grandes y elevados edificios, construidos en la década de 1980 para albergar un museo local. Las fachadas sin ventanas, con sus secretos ocultos tras superficies con motivos geométricos, evocan un poder estatal autoritario y represivo. El color amarillo desteñido y unificado de la plaza proporciona una localización perfecta para proyectos de cine y fotografía ambientados en un futuro utópico o en el pasado, por ejemplo en un país del antiguo bloque comunista. El entorno más amplio del lugar de rodaje también es auténtico, ya que está formado por grandes bloques de viviendas de hormigón, lo que proporciona un telón de fondo totalmente fiel a la historia, que también podría ser fácilmente como la Corea del Norte actual.