
Construido en secreto bajo Budapest en los años sesenta para los líderes comunistas, este refugio nuclear está ahora abierto al público, aunque sigue siendo bastante desconocido para la mayoría. Su autenticidad reside en su estado original conservado y en sus detalles: los gruesos muros de hormigón, las estructuras industriales oxidadas, los sistemas mecánicos y los colores y texturas característicos de su época. Situado a 50 metros bajo tierra, el ambiente del búnker es inconfundible; incluso el descenso contribuye a su particular sensación de aislamiento y misterio. Normalmente permanece sin uso, pero ofrece un escenario ideal para rodajes de cine y sesiones fotográficas, especialmente para escenas de la Guerra Fría, de ciencia ficción o postapocalípticas, y también puede servir como un telón de fondo impactante para una sesión de moda más atrevida o un vídeo musical.